sábado, 26 de mayo de 2012

Convivencia en Manciles


A primera hora de la mañana del domingo, en vista del “tiempo reinante”, nuestro pensamiento era: “tendrían que suspender la convivencia…”

A última hora de la tarde, cuando volvíamos para casa, “a pesar del frío y de la lluvia”, nuestro pensamiento era, “qué bien que no la suspendieron”.

Es fácil ver  el cambio que se había producido en tan solo unas horas. La razón es que la convivencia nos pareció estupenda; tras una acogida natural y cordial, nos sentimos en todo momento integrados; en ninguno, extraños; y estuvimos cómodos y muy a gusto, hasta el punto de… “saltar a la comba y todo”; ¡¡hacía años que no lo hacía!! Los niños también, cada uno a su manera, se ocuparon de animar el ambiente…

Percibimos, además, que nos encontrábamos con un grupo ilusionado, con un objetivo común y, ¡muy importante! que compartía vida… la vida de sus componentes. También nos gustó ver que los sacerdotes estaban integrados “como uno más…”, atentos a todos, sin marcar distancias y sin que nadie las marcase –a veces los mismos laicos son propensos a hacerlo-.

La celebración de la Eucaristía, sencilla pero sentida, lo mismo que el rosario; un detalle que nos pareció muy bonito fue el “ir pasando cada misterio” a otras personas.

La comida estupenda… probamos tropecientas ensaladas todas riquísimas, sin olvidar el queso y los postres. La lluvia no se olvidó de nosotros en el paseo de la tarde, pero ahí estaban un par de conductores con la disponibilidad suficiente para salir en busca de los “náufragos”…

Eso es, a grandes rasgos, lo que nos transmitisteis en la convivencia de Manciles. GRACIAS A TODOS.

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