jueves, 3 de julio de 2014

VISITA A LA MADRE

Cada primavera, el “Movi” de Burgos, necesita, ansía, un encuentro con la Virgen. Este año nos esperaba nuestra madre de Lourdes, lugar tan especialísimo para nosotros. Pero antes, de camino, hicimos un alto en Loyola, en la profunda Guipúzcoa, de estrechos e impenetrables valles, de vegetación exuberante y lejanos caseríos.   Una hermosa Eucaristía, en una acogedora capilla y una visita a la basílica de Loyola, fueron los preámbulos, de este pequeño viaje espiritual que comenzábamos, y en el que san Ignacio parecía bendecirnos, con la esperanza de recibir muchas Gracias del Señor.
Al llegar a Lourdes, nos esperaban las hermanas españolas “Del Amor de Dios”, bonito nombre para una congregación ¿verdad?, para nosotros, ellas resultan entrañables, sin grandes lujos pero con un trato muy correcto y una comida más que aceptable.
 Cuando entras en el recinto del santuario, custodiado de manera más que simbólica por las estatuas de los tres arcángeles san Miguel , san Gabriel y san Rafael. Se palpa un halo de lo espiritual. Dejamos de forma radical, lo turístico, las tiendas de suvenir religiosos, los hoteles y restaurantes, abandonamos el mundo y nos invade una realidad de lo sobrenatural. Percibimos la belleza de las basílicas, que parecen darnos la bienvenida, rodeado por un fondo de una hermosura natural y paisajística impactante. Pero más allá de esto que captamos con los sentidos, experimentamos un respetuoso silencio, difícil de explicar, se siente la oración y la fe de miles y miles de cristianos que allí acuden al calor de la Madre del cielo. Un incontable “rio” de enfermos y fieles, de toda raza y cultura, desfilan con sus antorchas por la explanada del santuario, rezando con emoción, en diversos idiomas el rosario a la Señora, o acompañan en multitud al Santísimo, procesionando hasta la basílica subterránea. El corazón se inflama y se experimenta como en ningún sitio, la catolicidad, o universalidad de nuestra fe. ¡Qué grande es la iglesia! Todos somos Uno, unidos en el gran corazón de Dios, bajo la atenta y protectora mirada, de nuestra madre María. Cientos de jóvenes, rezando, ejerciendo como voluntarios al servicio de los enfermos, nos revela, que el mundo no está perdido para Dios. Que la iglesia tiene futuro y que jamás acabará, porque la sustenta y alienta el amor y la fuerza del Espíritu Santo.
Muchas son las experiencias intimas, personales, que cada uno de nosotros hemos recibido, en la gruta, en los baños, en las Eucaristías, ante el santísimo o en el viacrucis. Nos decía nuestro sacerdote Carlos, que todos de alguna manera, éramos Bernardita o Bernardito en Lourdes. La Virgen ha tomado la iniciativa de acercarse a nosotros, sonriendo alegre, colocándose al nivel de nuestra realidad concreta, llamándonos por  nuestro nombre, recordándonos la importancia de servir a los demás, de que nos importen de veras hasta el sacrificio, de lo importante de la humildad, del sentido del dolor y de la visión esperanzada del cielo, del que se habla tan poco. Si, la Madre María nos acompañará siempre, aunque tengamos que sufrir como Bernardette, pero nos promete insertarnos en el corazón de su Hijo y transformarnos en Él, porque la Virgen no se queda con nuestro amor hacia ella, sino que lo proyecta, aumenta y dirige a Dios, Padre, Hijo y Espíritu santo.
¡Gracias Madre! por esta peregrinación, nos volvemos contentos, alegres, con una gran y serena paz. Te agradecemos la convivencia fraternal que hemos tenido entre nosotros, nos llevamos tu cariño y la fragancia espiritual de tu presencia.


¡HASTA PRONTO MADRE!
Antonio Calle Arto

UN ENCUENTRO EN SEGOVIA

Y entonces ¿qué hacemos?, alcanzo a oír que plantea Rosa Contreras, presidenta del Movimiento Familiar Cristiano de Segovia, al grupo que la rodea en una mesa circular de trabajo en una sala del Obispado.
La pregunta quedaba en el aire justo en el momento en que yo abría la puerta y todos se volvieron hacia mí como si yo trajese la  respuesta. Llevaban ya un rato reunidos y las posibilidades de cómo y, sobre todo dónde, organizar el Encuentro Regional habían sido expuestas, pero la decisión se había quedado estancada. Fue providencial que llegase tarde, pero no porque yo trajese la respuesta sino porque sintetizar en voz alta contándole a otro lo que se había hablado, provoca siempre una luz a la hora de mirar las cosas. Se sigue confirmando el dicho de que “Dios escribe recto con renglones torcidos”. Cuando me hacen en voz alta una síntesis de las posibilidades que se han barajado, aparece con claridad la mejor y la decisión no tarda en tomarse.
“Acogeremos a la gente junto al Santuario de Nuestra Señora de la Fuencisla y luego celebraremos la Eucaristía en el sepulcro de S. Juan de la Cruz porque es un lugar emblemático no sólo para nuestra ciudad, sino para la espiritualidad universal”, resume Antonio, el marido de Rosa.   
Una vez tomada la decisión, el trabajo en equipo se pone en marcha: unos se encargan de preparar la acogida y otros de hablar con el capellán de la Fuencisla y con los PP Carmelitas; otros hablarán con Turismo del Ayuntamiento para que nos den algunos folletos de la ciudad y otros de preparar el lugar de la comida; otros quedan para preparar la Eucaristía y otros para las compras. Si algo me ha enseñado estos años que llevo como Consiliario del MFC en Segovia es la capacidad organizativa de sus miembros, su compromiso a la hora de hacer cosas y el cariño que sienten por el Movimiento. Cuando hace ya unos años, algunos miembros del grupo se comprometieron, a solicitud de Cáritas Diocesana, a atender el Economato que comenzaba su andadura, me pareció que nos metíamos en un berenjenal del que no sabía si íbamos a salir bien librados. Tres años después, reconozco que mis temores eran infundados y que el rigor y compromiso con que se ha llevado a cabo la difícil labor ha sido admirable.    
El día del Encuentro, todo estaba preparado. El grupo de Santander vino la víspera porque tenía muchos kilómetros y se acomodaron en la Casa de Espiritualidad. Luego fueron llegando de Burgos, de León y de Valladolid. En los saludos y las bienvenidas se notaba un ambiente de confianza y de familia. A los de Segovia nos encanta ver a los niños que vienen de Burgos o de León con sus padres no sólo porque ponen la alegría, el color y el tono infantil que el Movimiento aspira a mantener, sino porque son el reflejo de unos padres que viven plenamente su pertenencia a una Iglesia necesitada de renovación y de jóvenes que quieran dar testimonio de Jesús. Comenzamos visitando el Santuario de Ntra. Sra. de la Fuencisla, patrona de Segovia, guiados por su capellán. Después celebramos la misa junto al sepulcro de S. Juan de la Cruz. Fue emotivo el momento en el que los niños hicieron la Acción de Gracias llevando unas estrellas en las que estaban escritas palabras que reflejaban nuestros deseos para el mundo.
Después de una explicación del prior del Convento, el padre Salvador Ros, visitamos la huerta por donde S. Juan de la Cruz paseaba y se retiraba para componer esos profundos versos que nos acercan a Dios:
“Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura
y yéndolos mirando,
con sola su figura,
prendidos los dejó de su hermosura”.

O esos otros que dicen:
“¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
rompe la tela de este dulce encuentro.
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡ Oh mano blanda ! ¡Oh toque delicado!
Que a vida eterna sabe
y toda deuda paga;
matando, muerte en vida la has trocado
Allí, en la huerta, se conserva el esqueleto de un ciprés plantado por el santo y la pequeña cueva donde se metía para orar mirando el río, el cielo y la tierra.
La jornada terminó con la comida. Para los niños fue un momento extraordinario el jugar en el gran dragón que cruzaba el parque de juegos que había junto al restaurante. Luego los parabienes y despedidas con el compromiso de volver a estar juntos el año siguiente. Y cada uno a su ciudad, a su barrio, a su casa, donde habrá de dar testimonio del gozo de la fe. Como dice el Papa Francisco: ¡No nos dejemos robar la alegría!

                 

  Jesus Franciso Riaza Cabezudo, Consiliario de Segovia