Poco a
poco, todo estaba volviendo a la normalidad. Las vacaciones, habían llegado
este año en la segunda mitad de agosto (casi
casi, como el verano) y estábamos poniendo la casa en orden, después de
tantas idas y venidas.
Sin
agobios, pues desde hace años hemos aprendido con la ayuda de la oración, que
no es bueno querer hacer todo inmediatamente, que la prisa, no es buena
consejera. Si hoy no se ha podido deshacer toda la maleta, guardar todo el
equipaje, poner las lavadoras, pasar el polvo acumulado, revisar
correspondencia, etc.…no pasa nada.
Lo primero
es la paz y cuando el Señor te da esa paz en la oración, se puede ir haciendo
lo demás.
Pues como
decía, después de tantas idas y venidas, kilómetros y kilómetros por toda la
geografía española, paseos, visitas a los amigos y haciendo amigos nuevos,
rosarios en compañía, servicio a los familiares, descanso, lectura
y…preparación de la convivencia de septiembre. Estábamos aterrizando en
nuestros trabajos y obligaciones.
Apenas tres
días de trabajo tras la incorporación cuando….
_ ¡Otra vez
hay que hacer la maleta! ¡Pero si este fin de semana es la convivencia en
Villagarcía de Campos!.
No nos lo
podíamos creer, se nos había echado encima.
En la fecha
que se cerraba el plazo para apuntarse, apenas había gente (será cosa del
verano) pero una semana antes ya éramos 57.
¡Pues hala!
Contentos y felices, nos pusimos a preparar los últimos detalles de todas las
actividades y formación y a preparar la bolsa (esta vez, con poco bastaba).
Qué alegría
llegar y poder decorar y adornar la casa, para cuando llegaran nuestros amigos,
nuestra Familia Cristiana, estuviera todo a punto.
Qué alegría
ver y escuchar las caras y las risas de los niños, cuando encontraban y
ocupaban sus habitaciones.
Cómo no dar
gracias, por todas las personas que estos días han entregado lo mejor de sí
mismas y se han abierto en la presencia de Dios y de los hermanos, tal como
son.
Todos hemos puesto nuestro granito de arena, nuestra semilla, nuestros talentos, para que el resultado fuera un éxito. Incluyendo un consiliario a medias, que viajó para estar unas pocas horas con nosotros y acompañarnos.
Para todos
los que hemos estado, la memoria nos acompañará volviendo a recordar tantos y
tantos momentos que hemos vivido. Y si algo se nos olvida, tendremos el
magnífico reportaje fotográfico que Pilar recogió de todo el encuentro.
Que Santa
María Reina de las Familias, nos conceda llegar el año que viene al próximo
encuentro.
Mari
Carmen y Jesús