jueves, 7 de noviembre de 2013

SE NOS FUE CONCHI SANTAMARIA

Conocí a Conchi y a su esposo Alberto hace ya muchos años en la Adoración Nocturna: eran presidentes de los turnos de Tardajos. Enseguida hicimos amistad y creo que por este y otros motivos, a través de Roberto y Julita  de quienes eran muy amigos, entraron en el MFC.
Si hubiera que destacar algunos rasgos de Conchi, señalaría los siguientes:
-Su alegría: era una mujer muy alegre y comunicativa, daba gusto estar a su lado. Tenía siempre la sonrisa en los labios.
-Su sencillez: nunca se daba importancia, se relacionaba con todos con mucha facilidad.
-Su religiosidad: era una mujer muy cristiana y muy ligada a la Parroquia, junto con su esposo, participando en las celebraciones litúrgicas y de modo particular en la Adoración Nocturna.
-Su espíritu de trabajo apostólico y participativo tanto en la Adoración Nocturna, como en el MFC y en otras actividades del pueblo. Ellos se preocupaban de prepararnos la sala de los Padres Paules para los retiros que hacíamos en Tardajos. A las reuniones de grupo solían acudir, aunque últimamente menos, porque Conchi estaba muy baja de ánimo y de salud; pero disfrutaban de nuestra amistad y compañía, como también nosotros disfrutábamos de su presencia.
-Su sensibilidad: Conchi era muy sensible y esto le hacía sufrir mucho y a veces le retraía de ciertas cosas o actividades o personas, sobre todo cuando le llegó la enfermedad.
La vamos a echar de menos en las reuniones de grupo, pues siempre se creaba entre nosotros un clima de familia en el que todos, tanto ella como el resto del grupo, disfrutábamos enormemente.
Hemos pedido y seguiremos pidiendo para que el Señor le haya llevado a su morada de paz y de amor y también para que a Alberto le siga ayudando en la no fácil situación en que se encuentra: eran como carne y uña, pero en el grupo y en el MFC seguirá teniendo su familia y sus amigos.
En Conchi y en Alberto se ve una vez más la belleza del matrimonio. Me da la impresión que ellos estaban profundamente compenetrados y donde iba uno, iba también el otro, los gozos y las tristezas del uno se veían reflejados en el otro. Dios no les dio hijos pero trataron de abrir sus puertas a los sobrinos, familiares y amigos, pues el amor matrimonial es abierto como el sol.
Hemos perdido una amiga, una hermana, en este mundo presente; pero estamos seguros que el Señor la habrá acogido en su gloria eterna y desde allá nos seguirá queriendo e intercediendo por nosotros.

Don Javier

1 comentario:

  1. Un artículo muy bonito, Don Javier. Se nota que hay cariño hacia ellos, con tantos y tantos años de convivencia, compartiendo alegrías y penas. De verdad que ha sido una mujer muy valiente y la ha tocado sufrir durante años las limitaciones del cuerpo. Pero el Señor se habrá tenido en cuenta.
    Juntos, Señor, nos veremos en tu casa solariega. Juntos, Señor, nos veremos y nos veremos de cerca...

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