martes, 10 de septiembre de 2013

VILLAGARCÍA, UN REVERDECER PARA COMENZAR EL CURSO

El verano es un tiempo propicio para retomar las relaciones familiares, recuperar amistades empolvadas y ralentizar el ritmo para reposar el espíritu. Pero también supone dejar que el sol estival luzca de lleno imponiendo una sequía que puede agostar los campos. Teníamos ganas de rellenar el pozo. Notábamos que las zarzas atenazaban al resto de la vegetación. Así que acudimos sedientos a la Convivencia de Villagarcía de Campos con nuestros hermanos del Movimiento Familiar Cristiano de Burgos. Comenzábamos el sábado día 7 con una reparadora eucaristía rogando juntos por la paz. Tras la comida y el rosario Chele y Enrique, responsables nacionales del Servicio de Promoción nos recordaban la necesidad de comenzar la promoción desde los cimientos: la propia familia. Cuidar la espiritualidad de los nuestros es una garantía para poder exportar la felicidad a los demás. La familia cristiana brilla por si misma e interpela a los demás. Trabajamos el documento base y los estatutos.
Uno de los momentos más especiales e íntimos surgió de una gran idea de Ana para responder a la llamada del Papa Francisco que nos convocaba a una jornada de oración y ayuno por la paz en Siria y Oriente Medio. La idea consistió en orar por parejas: un adulto y un niño permanecerían en oración en turnos de quince minutos desde las 17:00 horas hasta las 21:00 ininterrumpidamente ante el Señor. El resultado fue sorprendente: a los niños se les hicieron cortos esos quince minutos y nos dieron lecciones a los mayores en sus reflexiones y al rezar el misterio del rosario. Además eran ellos los que venían a buscar a los mayores apremiándoles de que “ya era su turno”. Ciertamente las cosas salen mejor cuando le hacemos caso: ”Dejad que los niños se acerquen a mí”.
Y después del trabajo el asueto. La velada nocturna nos demostró lo mucho que valemos. Nos convertimos en artistas de primer orden tuvimos coreografías a cargo de niños y mayores, chistes, obra de teatro, juegos, sonrisas a borbotones, alegría sana de esa que conforta el corazón.
Tras un descanso reparador (mención de honor a los hermanos jesuitas por poseer  instalaciones completamente renovadas, habitaciones confortables y un maravilloso y cuidado jardín) y la oración de la mañana primorosamente preparada,  conclusiones a modo de lluvia de ideas, un momento especialmente enriquecedor ya que nos empapamos de experiencias y nos reconfortamos compartiendo vivencias.
La misa a las 12:30 tuvo un sabor a campo y ganadería ya que la celebramos en el pueblo de Villagarcía recibidos por la Virgen de la Zarza, patrona de la localidad a la que acompañamos en profesión a su casa, una ermita cercana. Fue entrañable la convivencia con los lugareños que la cantaban y piropeaban con devoción.
Y tras la comida llegó la evaluación animada por los presidentes diocesanos de Burgos. Llama la atención el tiempo que se tomó para revisar todas las actividades, la implicación de los organizadores: Luis, Ana, Raquel, Fernando, Mari Carmen, Jesús y sin duda alguna el empujoncillo del Espíritu Santo que les capitaneó con fuerza.

Mención especial también a los monitores y premonitores: Jorge, Ismael (que además animó con su guitarra la Eucaristía y los momentos de oración) y Abel que supieron administrar los tiempos estupendamente bien y llevaron a los niños y jóvenes con sabiduría de auténticos profes.
Al terminar sentimos que esas zarzas que habían crecido este verano habían desaparecido y en su lugar habían crecido unas hermosas flores blancas que exhalan un aroma delicado de todo lo que viene del cielo: perfume que viene de Dios, Nuestro Padre que sin duda nos ayudará en este curso que ahora comienza y que sin duda promete.

 ¡Gracias hermanos y hermanas!